El casco histórico de Sevilla empieza a ser abandonado a principios de siglo XX, cuando las clases nobles deciden cambiar su residencia por los chales ajardinados de zonas alejadas del centro, como La Palmera o Los Remedios. La actividad mercantil y artesanal pierde peso entonces a favor del emergente negocio de la especulación inmobiliaria como motor alternativo de la economía para el resto de siglo. El propio abandono del centro trae consigo una operación especulativa con la adquisición de grandes cantidades de suelo y la posterior subida de los mismos, en zonas como El Prado, y futuros problemas sociales, económicos y urbanísticos en muchas otras.
ROUND 1.
El escaso interés de las clases pudientes y la Administración por el abandonado centro evoluciona en una progresiva degradación de los bienes inmuebles y ocupación de los mismos por las clases bajas, patios y casas de vecinos, incluso antiguos palacios señoriales como El Pumarejo. Esta población, en su mayoría proveniente del campo andaluz, por el hambre que azotaba aquellos años, es atraída por las bajas rentas de suelo y el crecimiento continuo de empleo en la construcción y pequeña industria. Al deteriorarse el edificio y no invertir el propietario capital en el mismo, el valor que paga el nuevo inquilino se acerca más al mero valor del suelo.
El proceso se empieza a invertir a mediados de siglo, con la regeneración del barrio de Santa Cruz y toda el área sur del casco, donde muchos de los desalojados rellenan las listas de los nuevos polígonos de protección social construidos en la década de los sesenta y setenta, mientras la élite social vuelve al centro de Sevilla, ahora como un resurgido centro comercial, administrativo y turístico. En realidad la existencia de estos fenómenos pasa desapercibida hasta los años ochenta, cuando varios sectores materialmente degradados del centro histórico comienzan a revalorizarse, en un proceso de desalojo-demolición. Y lo encontramos significativamente representado en los arrabales de Triana y San Bernardo, así como en zonas del norte intramuros, que ha venido a llamarse sector San Luis-Alameda. Todos presentan características comunes: barrios de carácter obrero con un cierto desarrollo industrial entre el siglo XIX y la primera mitad del XX, de población en su mayoría envejecida, con un caserío viejo y degradado y predominio del alquiler sobre la propiedad.
ROUND 2.
Las casas y patios de vecinos tradicionales de Sevilla son abandonados por sus dueños hasta deteriorarse y caerse a trozos, hasta que se permite su demolición por ruina, a pesar de sus inquilinos. A veces contra la legalidad y ante la total pasividad del Ayuntamiento, se dejan caer a pedazos edificios de gran valor cultural e histórico como la ya citada Casa del Pumarejo. Cuando la Administración interviene, es para declarar en ruina el edificio y ejecutar el desalojo de los vecinos. Así se deja el espacio limpio para que el propietario pueda jugar con el terreno y la nueva demanda de clases medias-altas, consumándose así la vuelta de las élites al barrio y la expulsión de las clases bajas a la periferia. El caso del Pumarejo nos recuerda mucho lo que estamos analizando ahora. Es más, se convierte a partir de su salvación en paradigma del proceso de gentrificación y la resistencia contra el mismo en la zona y en otras partes de la ciudad, como en San Bernardo. Es en torno al movimiento para salvar El Pumarejo cuando se crea la liga de los inquilinos de Sevilla en 2005, que tiene el fin de defender principalmente a los vecinos que se encuentran en peligro de desalojo en barrios con este tipo de problemática. Asociación con la misma inquietud que la antigua Liga de Inquilinos creada en 1919 por Eduardo Corriente, que luchaba por la dignidad de los vecin@s de los patios de Triana.
ROUND 3.
La administración local, en concreto la Gerencia de Urbanismo, mando señorial de decisiones del Partido Andalucista hasta 2005, ha jugado un papel fundamental en todo el proceso que tratamos. Han permitido que se produzcan estas injusticias en aras del negocio inmobiliario y de la construcción. Y como herramienta para subir los precios del suelo las obras públicas. Haciendo un pequeño recorrido histórico de este tipo de actuaciones públicas podríamos remontarnos, tras un largo período de abandono de la zona, a los años setenta, a la zona de Alameda, donde una boca de metro faraónica quedó como monumento a la estupidez y excentricidad política, lo llamado a ser un hito de los planes de rehabilitación en Sevilla-desde agosto de este mismo año ha quedado como tanque de aguas excedentes de las tormentas para evitar inundaciones-. Estas obras de regeneración no tenían otro objetivo que el de subir el precio del suelo para atraer capital privado hacia la zona.
Concretamente, en el barrio de San Bernardo se sufre una intensificación del proceso de gentrificación en las dos últimas décadas del siglo XX. Situado entre el casco histórico y el distrito de Nervión, uno de los más caros de la ciudad, presentaba síntomas de degradación del patrimonio construido. Su localización privilegiada y precios asequibles lo convirtieron en un lugar atractivo para inversores inmobiliarios. Actualmente este barrio presenta un elevado número de viviendas desocupadas y degradadas, en su núcleo original, además de solares, grúas y otros síntomas de la especulación inmobiliaria en la zona. El proceso se encuentra muy avanzado y la mayor parte de los vecinos corresponden a un tipo social de clase alta. Los gentrificadores en San Bernardo vienen a ser además de un poder adquisitivo mayor que los de Alameda, se tratan en muchos casos de jueces, fiscales,…
ROUND 4.
El antiguo arrabal sevillano de San Bernardo, núcleo situado sobre un probable arrabal musulmán dedicado a la horticultura, aunque su configuración actual responde a la colonización cristiana, con notables transformaciones por la ubicación en su interior de una fábrica de cañones del ejército en el siglo XVIII. Entre los últimos años del siglo XVIII y la primera mitad del XX podemos hablar de un barrio obrero en el que la mayor parte de la población se ocupaba en la industria militar (fabricas de cañones, pirotecnia y fusiles), así como en otros centros de trabajo, fábricas próximas al ferrocarril o el matadero municipal por ejemplo.
Sufre un notable proceso de abandono, en parte por la fuga del capital privado hacia los nuevos desarrollos entre las décadas de 1940 y 1970, y en parte por la nefasta planificación del PGOU de 1963 que determina una operación de limpieza radical sobre el barrio para convertirlo en centro comercial. Gracias a Dios esta operación nunca se
llevó a cabo pero impidió la obtención de licencia alguna de reforma entre la década de 1960 y mediados de los años ochenta. A esto y al deterioro natural del envejecido caserío se le añade el fuerte impacto de las riadas de 1961 y 1963. De esta forma el barrio se degrada progresivamente social, económica y urbanísticamente. A partir del desarrollo del PGOU de 1987, el espacio adquiere una nueva centralidad. Se acomete la rehabilitación o demolición de gran parte de las viviendas viejas y se suceden los desalojos forzosos o a cambio de indemnizaciones de la mayor parte de la población tradicional que todavía permanecía en el barrio. De esta forma el espacio revalorizado y las nuevas viviendas pasan a ser ocupados por clases-medias, consumándose uno de los procesos más rápidos e intensos de gentrificación de la ciudad de Sevilla.
FINAL ROUND.
Cuando apenas quedan unas cuantas casas antiguas, aunque en estado avanzado de deterioro, se ocupa en 1996 en la calle San Bernardo un antiguo colegio de adultos, espacio en desuso desde 1994, acción de la Asamblea Preokupación, de la que formaban parte muchos de los activistas de las casas ocupadas desalojadas en esos años. Ocho años después, en diciembre del 2004, siguiendo vacías las instalaciones, vuelve a ser ocupado por un grupo de jóvenes. El espacio es propiedad de la administración local de Sevilla y llevaba en desuso desde 1994. La situación parece estable por el momento y no ha habido ningún interés por parte de la administración por entrar en contacto con la asamblea que gestiona el centro. Además está destinado a ser Centro Cívico, por lo que no es descartable que haya movimientos al respecto a medio plazo.
Tal y como ellos divulgan, el Centro Social Okupado Autogestionado “Sin Nombre”, del barrio de San Bernardo, se define a sí mismo como un espacio de encuentro y convivencia. El CSOA es un medio para la acción político-social, la generación de alternativas contraculturales y de ocio desde la autogestión y la autonomía, el desarrollo colectivo, el aprendizaje y la crítica, que se nutre en su práctica diaria de la autogestión. No se recibe ningún tipo de subvención de institución alguna, y se es independiente de cualquier estructura política o institucional ajena al propio centro. Desde un principio se entra en contacto con antiguos vecinos del barrio, y una de las primeras actividades que se realizaron fue unas jornadas de debate contra la especulación, que contaron con la participación de un numeroso grupo de vecinos.
Este mismo grupo de vecinos comienza a reunirse en el C.S.O.A. planeando lo que sería el mayor hito de la historia del centro. En mayo de 2005 diez familias del barrio amenazadas de desalojo, encabezadas por las "abuelas de San Bernardo"-el grupo en sí lo forman 16 personas con una edad media de 65 años-, decidieron encerrarse en el inmueble de la calle San Bernardo 52, para denunciar la pasividad del Ayuntamiento y los propietarios ante el estado de profunda degradación en que se encontraban sus domicilios. Las viviendas que ocuparon, terminadas hacía dos años, estaban dirigidas en principio a viviendas de realojo. Sin embargo, en el 2003, los actuales vecinos del barrio se movilizan contra la existencia de viviendas de realojo y el Ayuntamiento cambia las viviendas al régimen de VPO para que fueran adjudicadas por sorteo mediante EMVISESA. Eran familias además con ingresos muy escasos, una mujer de 88 años por ejemplo cobra 73 euros al mes de pensión por viudedad, dado que su cónyuge a penas había cotizado en vida.
El segundo mayor hito del centro se produce con la inauguración del rocódromo autogestionado de San Bernardo en el 2007, el mayor rocódromo cubierto de Andalucía, lo que convierte el espacio en un punto neurálgico de la comunidad de escaladores sevillanos. En diciembre del 2007, con el desalojo del C.S.O.A. Casas Viejas, el espacio pasa a acoger gran parte de la actividad de este otro centro. Y así una lista interminable de actos, varias asambleas, entre ellas las de los propios vecinos del barrio, salas de exposiciones, talleres, un estudio de arquitectura, un grupo de lectura y varios locales de ensayo. La numerosa variedad de actividades despiertan el interés social desde el centro, sin ir más lejos los actos que conmemora el quinto aniversario de la fundación del espacio vecinal, organizados para el mes de diciembre de este mismo año, parece que tienden a reforzar esta posición de lucha permanente.
YOU WIN
Y nos quedamos con la duda de qué paso tras la ocupación del bloque de viviendas en 2005. Lo que en un principio se plantea como un encierro para denunciar la situación de algunos de los últimos vecinos históricos de San Bernardo, acosados por la propiedad y con sus viviendas extremadamente deterioradas, se transforma con los días en un realojo reivindicativo. Aún siguen viviendo precariamente, pues nunca se ha formalizado ningún contrato.
A partir de agosto del mismo año, empieza cierta actividad de la denominada “Plataforma Salvemos San Bernardo” claramente influenciado por el uso de esta denominación por la Plataforma para salvar la Casa del Pumarejo. A partir de este momento es el nombre bajo el que se van a defender los derechos de los vecinos. Se utiliza el termino “gentrificación” por parte de los portavoces, y se vincula a fuertes procesos de especulación urbanística. También se reclaman expropiaciones por parte de la administración para abordar el problema.
Después de los movimientos de concienciación y trabajo por parte de voluntarios y vecinos, el proceso parece que ha dado una tregua. Y digo parece porque en los datos que se manejan por el centro vecinal en los últimos nueve años hasta la apertura del CSOA, el proceso de "gentrificación" había sido imparable: el precio de la vivienda se multiplicó por diez y, según la asociación de vecinos, en 2005 sólo quedaban 136 habitantes de los más de 5.000 que en 1996 vivían en San Bernardo. Una masacre vecinal de lo que solo ha quedado cenizas.
En cuanto al camino que podrían seguir estas luchas, cabe la posibilidad de continuar por la vía abierta por la experiencia de San Bernardo de los realojos reivindicativos, ocupaciones masivas por parte de los vecinos. Desde la perspectiva más legalista, el aumento de la concienciación y de la comprensión de estos temas podría empujar a los agentes implicados en la defensa de los vecinos tradicionales a solicitar figuras legales que protegieran a los habitantes de estos barrios y ofrecieran soluciones y prevención de futuros procesos de gentrificación.
‘’Y si tú ganaste fue por puntos, no por K.O.’’, Voz del pueblo.
Arquiseo
Máster Gestión Social del Hábitat
Noviembre 2009
Arquiseo
Máster Gestión Social del Hábitat
Noviembre 2009